SOBRE EMAUS Y LA BEATA MARIAM DE JESUS
CRUCIFICADO.
Aún cuando Emaus ya aparece en los textos del Antiguo Testamento, la
memoria histórica del verdadero lugar de Emaús se perdió. Podemos decir sin
equívocos que el verdadero descubrimiento y veneración de los lugares
evangélicos respecto a Emaús se debe a MARIAM DE JESUS CRUCIFICADO
(1846-1878), carmelita descalza del
monasterio de Belén, beatificada por el Papa Juan Pablo II el 13 de noviembre
de 1983.
Hna. María de Jesús Crucificado, en mayo de 1878 identifica las ruinas
de Emaús como el lugar exacto en que Jesús resucitado se manifestó a los
discípulos.
El relato de este descubrimiento de Hna. Mariam lo narra el P. Estrate
en su libro sobre la vida de Berta Dartigaux (bienhechora que colaboró con
Mariam adquiriendo los terrenos para los carmelos fundados por ella). Dice el
texto que el 23 de abril de 1878 así habló Sr. Mariam en éxtasis:
“Ayer y hoy día me vi como si tuviera conocimiento de algo. Se me dijo:
Mira este lugar, dentro de poco será muy honorado, habrá una gran capilla donde
se recibirán muchas gracias. Es allí donde Jesús ha bendecido el pan en la casa
de los discípulos de Emaús”- Hay ahí, una piedra con una inscripción que sirve
para indicar el lugar; esta se encontrará bajo tierra, así como también las
ruinas de la casa cuyo puesto está indicado en la piedra escrita. La veo como
si fuese aquí. Veo la mesa que era una piedra más baja que nuestras mesas. ¡Veo
donde estaba Jesús! Se me dijo que cuando yo esté en estos lugares, allí se me
dará un signo que me quedará grabado. Lo reconoceré porque he visto bien este lugar, aún cuando no he
estado nunca allí con mi cuerpo. (…) Jesús estaba sentado en el medio de la
mesa delante de la puerta donde se llegaba por una escalera. Los dos discípulos
estaban sentados, uno a cada ángulo de la mesa”.
El fuerte de esta experiencia mística es la certeza que el Señor le
revela una cosa muy importante. Ella se dirige al Padre Guido de los
franciscanos de la custodia en Tierra Santa y le dice: “Vuestro Emaús (los
franciscanos tienen un sitio arqueológico que se presumía fuera el verdadero
Emaús) no es el verdadero. Es un lugar muy santo donde fueron martirizados
muchos pero no es Emaús. Nuestro Señor me dijo que ofreciera en primer lugar a
los franciscanos la adquisición de lo que me ha mostrado. Si ustedes lo
rechazan, Nuestro Señor me dijo que lo ofreciera al Patriarca para que
adquiriera el terreno. Y si él también lo rechaza, Nuestro Señor me dijo que lo
hiciera comprar por la Srta. Dartigaux”.
El Padre Guido, que tenía mucha confianza en las revelaciones de Hna.
Mariam, llevó esta propuesta de adquisición del terreno al consejo de la
Custodia, del que él mismo era parte, pero todos estuvieron en contra, por lo
que le expresó a Hna. Mariam su desilusión.
Entonces la adquisición del
santuario fue propuesto al Patriarcado Latino, que habría podido comprarlo,
pero por falta de fondos el ofrecimiento viene declinado. Finalmente, Hna.
Mariam se dirige a Berta Dartigaux, que por correo responde afirmativamente al
ofrecimiento.
El 25 de abril de 1878 Hna. Mariam exclamaba en éxtasis hablando de la
fundación del Carmelo en Nazaret:
“Bien, si Dios se ocupa de todo, es cómodo. Podremos fundar otro santuario
(otro Carmelo) en Emaús… Hay que ir a Emaús, veré el lugar donde los discípulos
dijeron: “se hace tarde…”. Es necesario comprarlo para un Carmelo… se
deben hacer las fundaciones porque El se encarga de todo”.
(Extracto de las notas tomadas por la Madre María del Niño Jesús,
priora del Carmelo de Belén, manuscrito inédito conservado en el archivo de
este monasterio).
En el mes de mayo de 1878 Mariam
pasó por Emaús en el viaje hacia Nazaret junto a las hermanas de Belén y
reconoce el lugar que el Señor le había indicado en éxtasis. Había una guía que
conducía a los peregrinos entre las ruinas de la basílica, pero Mariam siguiendo sola, corre hacia las ruinas
y de repente, comienza a golpear en un punto la tierra con el pié, y dice
volviéndose a las hermanas: “Es aquí, sí es aquí!” Y más allá golpeando la
tierra con los pies agrega: “Aquí bajo está la piedra y es verdaderamente el
lugar donde Nuestro Señor comió con sus discípulos”.
Agrego aquí el testimonio de Monseñor Valerga, que aparece en la deposición
para la causa de Mariam de Jesús Crucificado:
“Podría decir todavía algo en relación a la sensible manifestación de
alegría, de entusiasmo religioso que vivió hna. Mariam cuando, durante el
primer viaje de Jaffa a Jerusalén, se agregó la aventura de Emaús, ella hizo
signos de devota adoración, de un conocimiento íntimo, haciendo ver que en
aquel lugar venerado existía una tradición evangélica del paso y llegada de
Jesús con sus discípulos. Evidentemente esto no
podía conocer ni ella ni sus co hermanas,
no teniendo ningún conocimiento de las opiniones divergentes que había entre
los doctos palestinografos: por eso se debe concluir que aquellos sus gestos de
adoración, de devoto jubilo, de alegría indecible, no era otra cosa que divinas
revelaciones, y sobre este argumento dejo la pluma a las religiosas vivientes
testimonios de cuanto afirmo.
La prueba de todo cuanto he dicho se encuentra en el hecho que la
señorita Berta no dudó en hacer la compra del lugar teniendo como cierto que
aquel Emaús era el verdadero Emaús del evangelio de San Lucas, aunque los
religiosos franciscanos digan lo contrario, es decir por Kubebe. Estoy
satisfecho de haber agregado este punto que podrá ser útil en el avenir”.
(Extracto del libro, Mariam de Gesù Crocifisso N. GORI)
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