viernes, 14 de marzo de 2014

SOBRE EMAUS Y LA BEATA MARIAM DE JESUS CRUCIFICADO.

Aún cuando Emaus ya aparece en los textos del Antiguo Testamento, la memoria histórica del verdadero lugar de Emaús se perdió. Podemos decir sin equívocos que el verdadero descubrimiento y veneración de los lugares evangélicos respecto a Emaús se debe a MARIAM DE JESUS CRUCIFICADO (1846-1878),  carmelita descalza del monasterio de Belén, beatificada por el Papa Juan Pablo II el 13 de noviembre de 1983.
Hna. María de Jesús Crucificado, en mayo de 1878 identifica las ruinas de Emaús como el lugar exacto en que Jesús resucitado se manifestó a los discípulos.
El relato de este descubrimiento de Hna. Mariam lo narra el P. Estrate en su libro sobre la vida de Berta Dartigaux (bienhechora que colaboró con Mariam adquiriendo los terrenos para los carmelos fundados por ella). Dice el texto que el 23 de abril de 1878 así habló Sr. Mariam en éxtasis:

“Ayer y hoy día me vi como si tuviera conocimiento de algo. Se me dijo: Mira este lugar, dentro de poco será muy honorado, habrá una gran capilla donde se recibirán muchas gracias. Es allí donde Jesús ha bendecido el pan en la casa de los discípulos de Emaús”- Hay ahí, una piedra con una inscripción que sirve para indicar el lugar; esta se encontrará bajo tierra, así como también las ruinas de la casa cuyo puesto está indicado en la piedra escrita. La veo como si fuese aquí. Veo la mesa que era una piedra más baja que nuestras mesas. ¡Veo donde estaba Jesús! Se me dijo que cuando yo esté en estos lugares, allí se me dará un signo que me quedará grabado. Lo reconoceré porque  he visto bien este lugar, aún cuando no he estado nunca allí con mi cuerpo. (…) Jesús estaba sentado en el medio de la mesa delante de la puerta donde se llegaba por una escalera. Los dos discípulos estaban sentados, uno a cada ángulo de la mesa”.

El fuerte de esta experiencia mística es la certeza que el Señor le revela una cosa muy importante. Ella se dirige al Padre Guido de los franciscanos de la custodia en Tierra Santa y le dice: “Vuestro Emaús (los franciscanos tienen un sitio arqueológico que se presumía fuera el verdadero Emaús) no es el verdadero. Es un lugar muy santo donde fueron martirizados muchos pero no es Emaús. Nuestro Señor me dijo que ofreciera en primer lugar a los franciscanos la adquisición de lo que me ha mostrado. Si ustedes lo rechazan, Nuestro Señor me dijo que lo ofreciera al Patriarca para que adquiriera el terreno. Y si él también lo rechaza, Nuestro Señor me dijo que lo hiciera comprar por la Srta. Dartigaux”.

El Padre Guido, que tenía mucha confianza en las revelaciones de Hna. Mariam, llevó esta propuesta de adquisición del terreno al consejo de la Custodia, del que él mismo era parte, pero todos estuvieron en contra, por lo que le expresó a Hna. Mariam su desilusión.
Entonces la adquisición  del santuario fue propuesto al Patriarcado Latino, que habría podido comprarlo, pero por falta de fondos el ofrecimiento viene declinado. Finalmente, Hna. Mariam se dirige a Berta Dartigaux, que por correo responde afirmativamente al ofrecimiento.
El 25 de abril de 1878 Hna. Mariam exclamaba en éxtasis hablando de la fundación del Carmelo en Nazaret:

“Bien, si Dios se ocupa de todo, es cómodo. Podremos fundar otro santuario (otro Carmelo) en Emaús… Hay que ir a Emaús, veré el lugar donde los discípulos dijeron: “se hace tarde…”. Es necesario comprarlo para un Carmelo… se deben hacer las fundaciones porque El se encarga de todo”.
(Extracto de las notas tomadas por la Madre María del Niño Jesús, priora del Carmelo de Belén, manuscrito inédito conservado en el archivo de este monasterio).

En el mes de mayo de 1878  Mariam pasó por Emaús en el viaje hacia Nazaret junto a las hermanas de Belén y reconoce el lugar que el Señor le había indicado en éxtasis. Había una guía que conducía a los peregrinos entre las ruinas de la basílica, pero  Mariam siguiendo sola, corre hacia las ruinas y de repente, comienza a golpear en un punto la tierra con el pié, y dice volviéndose a las hermanas: “Es aquí, sí es aquí!” Y más allá golpeando la tierra con los pies agrega: “Aquí bajo está la piedra y es verdaderamente el lugar donde Nuestro Señor comió con sus discípulos”.

Agrego aquí el testimonio de Monseñor Valerga, que aparece en la deposición para la causa de Mariam de Jesús Crucificado:
“Podría decir todavía algo en relación a la sensible manifestación de alegría, de entusiasmo religioso que vivió hna. Mariam cuando, durante el primer viaje de Jaffa a Jerusalén, se agregó la aventura de Emaús, ella hizo signos de devota adoración, de un conocimiento íntimo, haciendo ver que en aquel lugar venerado existía una tradición evangélica del paso y llegada de Jesús con sus discípulos. Evidentemente esto no  podía conocer  ni ella ni sus co hermanas, no teniendo ningún conocimiento de las opiniones divergentes que había entre los doctos palestinografos: por eso se debe concluir que aquellos sus gestos de adoración, de devoto jubilo, de alegría indecible, no era otra cosa que divinas revelaciones, y sobre este argumento dejo la pluma a las religiosas vivientes testimonios de cuanto afirmo.
La prueba de todo cuanto he dicho se encuentra en el hecho que la señorita Berta no dudó en hacer la compra del lugar teniendo como cierto que aquel Emaús era el verdadero Emaús del evangelio de San Lucas, aunque los religiosos franciscanos digan lo contrario, es decir por Kubebe. Estoy satisfecho de haber agregado este punto que podrá ser útil en el avenir”.

(Extracto del libro, Mariam de  Gesù Crocifisso N. GORI)



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